Una nariz pegada a las gotas de lluvia
que no paran de sangrar al otro lado del cristal,
mientras cierra los ojos y piensa
que poca gente se fija en alguien
que nunca sabe si quiere quedarse o irse.
Las agujas del reloj no paran su recorrido
hacia ninguna parte,
mientras siente que por dentro
cada vez le queda menos tiempo
para recuperarse a sí misma.
No sabe en qué momento
comenzó a perderse, ni dónde
habrá ido a parar eso que era
y que cada vez le cuesta más recordar.
Supongo que hay heridas
que no sólo dejan cicatrices.
Y cuando empieza a creer que
‘quizá, esta vez sí’,
la vida comienza a huir
en sentido inverso,
y vuelve a ser coraza
lo que antes
era
corazón.
M