Siento el deseo de escribir,
no puedo frenar el impulso
de lanzar contra un folio en blanco
todas las cosas que no me atrevo a decirte,
todos los miedos que me tiritan
en mitad de las costillas
y acaban transformándose
en ansias de ti.
Que ya no sé si tiemblo de frío
o de ganas de que me abraces,
o de que me comas la coma
en algún rincón perdido de Madrid.
Me desconozco cuando me descubro
imaginando que me agarras la mano
mientras jugamos a cruzar
semáforos en rojo
por mitad de Gran Vía.
Tengo que avisarte de que nunca
he sabido tener paciencia
para esperar a la luz verde
cuando se trata de ganas
de que me erices la piel.
Y cuando la ciudad se va a dormir
y me quedo a solas conmigo misma,
fantaseo con que me miras
con esos ojos con los que te miro yo
cuando finges no darte cuenta.
Y sonrío mientras pienso
el miedo que da ser feliz.
Pero entonces tú.
M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario