jueves, 17 de octubre de 2013

Las cuatro estaciones; contigo y sin ti.

Tengo las luces apagadas desde aquel Septiembre
en el que te buscaba corriendo por los andenes del metro
con miedo a que te perdieras,
a que no supieras llegar (hasta mí).


No puedo mentirte y decirte
que aquel no fue el Invierno más caliente de mi vida,
que contigo de la mano no sentía ni el frío, ni la lluvia,
ni siquiera me daba cuenta de las hojas
que caían en Otoño como suicidas desde los árboles del Retiro.

No puedo mentirte y decirte
que cuando temblaba sólo fingía
para que te metieras debajo de mi nórdico
y me calentaras hasta las bragas.


Tampoco puedo mentirte y decirte que aquel Verano,
el de la despedida,
no fuera el más frío de todos los que recuerdo.

Y es que qué más daba que fuera hicieran cuarenta grados
(a la sombra)
si tú no estabas y yo no paraba de tiritar tu ausencia;
si cuando me salía vaho de la boca era sólo
para escribir mil veces tu nombre en los cristales que empañaba
esperando que volvieras.


Y la Primavera nunca volvió a florecer igual,
porque sin tus besos por debajo de mi ombligo,
tampoco sabía cómo.



                                                                            M.

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